
La baldosa de una vereda rota, una de las tantas señales que me hacen desviar de mi ruta. Locura? no se, tal vez, prefiero llamarla
cábala. No es por ser mala persona pero cada mañana que me encuentro con el ciego de siempre en la parada de colectivos es casi seguro de que el día traerá aparejada malas vicisitudes. Y ni hablar de cuando miro fútbol, siete millones de cávalas que, en un balance dan un cincuenta y cincuenta, inclinándose la balanza para el lado que mi mente crea conveniente.
Día a día sin darnos cuenta caemos en la creencia ¿Quién no tuvo cávalas en su vida? Como un vicio, inconcientemente se torna repetitivo, necesario aveces sin saber el porqué de su uso.Y es allí donde pasamos a ser esclavos de nuestras monotidades diarias. El temor a salir , a creer que lo es todo, y después decimos "como se droga fulano", "como puede ser tan gordo mengano" o "no se aburre de lo mismo". Y e aquí el formalismo, aliado incondicional de las cávalas, o negro o blanco, polarizaciones que la acompañan.
Conclusión: el mundo NO es cuadrado señores ingenieros, no todo tiene que ser de una manera,tajante ni exacto,por algo existe un lo relativo. Y dirán que tiene que ver con las cábalas, muy simple, de que ambas son esclavas del formalismo, no todo tiene que tener un porqué, por algo los paradigmas fueron cambiando a lo largo de la historia.